Lic. Micaela Melone
Estoy segura que si le preguntamos a cualquier persona, sin importar la edad ni el género, cómo recuerdan haberse sentido luego de haber realizado actividad física, entendida ésta según la OMS (2018) como “cualquier movimiento producido por los músculos esqueléticos con el consiguiente consumo de energía” nos dirían que “bien”, algunos otros quizá expresarían que “excelente”.
Esto me llevó a pensar cuántas personas conocen realmente por qué la práctica del ejercicio se vuelve tan necesaria e importante.
El impacto de la realización de actividad física en nuestra salud mental tiene un importante papel en el desarrollo de la autoestima. Diversos estudios indicaron que los hombres mejoran su autoestima luego de un entrenamiento con pesas, aumentando sus percepciones positivas acerca de su imagen corporal (Márquez, 1995). El estudio realizado por Márquez, et al. (2006) indicó que tanto el ejercicio aeróbico como el de fuerza, reducen significativamente los síntomas depresivos, señalando al ejercicio como utilidad terapéutica dentro del ámbito de tratamiento clínico de la depresión. Además, afirmaron que el ejercicio regular y moderado ayuda a reducir los niveles de ansiedad. La realización de actividad física produce una mejora de las funciones cognitivas, en especial la concentración y la memoria debido al aumento de la producción de la proteína BDNF (Factor neurotrófico derivado del cerebro).
En el 2018, la OMS refirió que la práctica de ejercicio de forma regular y en niveles adecuados, mejora el estado muscular y cardiorrespiratorio, como también la salud ósea y funcional, reduce el riesgo de sufrir hipertensión, accidentes cerebrovasculares, diabetes y de hasta distintos tipos de cánceres, reduce el riesgo de fracturas y ayuda en el control del peso.
Incluso a través de los testimonios de aquellos que realizan o han realizado alguna actividad o deporte, podemos evidenciar los beneficios que brinda la práctica del ejercicio.
Algunas recomendaciones para aumentar la actividad física:
Utilizar otros medios de transporte para trasladarse de un lugar a otro como el uso de la bicicleta, patines o bien dejar el auto o bajar del colectivo/subte unas cuadras antes del lugar de destino.
Reemplazar el ascensor por el uso de escaleras.
Planificar una actividad con algún amigo o familiar.
Implementar el armado de metas a corto plazo para aumentar la motivación, por ejemplo: establecer ir dos veces en la semana a caminar a una plaza durante al menos 30 minutos. (Según tus objetivos podes modificarlo a conveniencia).
Hablar por teléfono de pie o caminando.
Teniendo en cuenta todo lo mencionado anteriormente, la práctica regular de actividad física mejora nuestra salud, tanto física como mental. No sólo es posible prevenir enfermedades, sino que además es una gran herramienta para controlar los niveles de ansiedad y reducir los síntomas de la depresión. Si todo esto no te pareció suficiente, te invito a que hagas la prueba y registres cómo te sentiste luego de alguna práctica. ¡No esperes más para mejorar tu salud!
Referencias:
Márquez, S. (1995). Beneficios psicológicos de la actividad física. Revista de psicología general y aplicada: Revista de la Federación Española de Asociaciones de Psicología, 48(1), 185-206.
Márquez, S., Ordax, J. R., & Olea, S. (2006). Sedentarismo y salud: efectos beneficiosos de la actividad física. Apunts. Educació física i esports, 1(83), 12-24.
Organización Mundial de la Salud. (23 de febrero de 2018) Actividad física. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/physical-activity.
Organización Mundial de la Salud (s.f.). Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud. Actividad física. https://www.who.int/dietphysicalactivity/pa/es/.
Licenciada en Psicología Micaela Melone
Estudiante de Posgrado TCC - FORO
Investigadora - Facultad de Psicología-UBA
Amante del ejercicio físico y el deporte
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